lunes, 4 de febrero de 2013

Ahora me explico...

Antes me sentía divertida, liviana, bien. De un tiempo a esta parte ya no, incluso he llegado a desarrollar una especie de adicción a la comida, pienso, intento recordar que he hecho estos últimos días y lo único que hago es comer, cualquier cosa, con o sin hambre, no hago distinción entre lo dulce y lo salado, casi como de todo junto, da igual cuanto tiempo haya pasado desde la última vez que comí y cada vez estoy más convencida de que hablo en serio cuando entre risas digo: "utilizo la comida para llenar mis carencias afectivas". Hoy tuve mi primer dolor órgano-abdominal cuatico, sentí que todo mi interior se inflamó, desde el diafragma y los pulmones -oprimiendo mi corazón- hasta los intestinos, el páncreas, el hígado, la vesícula y todas esas cosas, apretándome las costillas y todo el costado. Mal, definitivamente mal. 

Cuando mi mamá me pidió esta tarde que dejara de comer, entre risas respondí, casi como un grito ahogado: "pero qué más voy a hacer? ojalá viniera alguien... me siento tan sola". Mi prima nos acompañó durante una semana, pudo descubrir que acá en Temuco no tengo vida, que para hacer algo divertido tuvimos que viajar a Lautaro; uno de los últimos días que estuvo acá dijo que le impresionaba que yo nunca dejaba de comer, además de que mientras no estaba comiendo, estaba pensando en qué podía comer, y como si fuera poco todo se me antojaba.

No mido cuánto como, cuando dejo de comer algo no estoy realmente consciente de cuánta cantidad de consumí de aquello, y no me detengo un segundo en ir a buscar ooootra cosa más para comer. 

Antes, cuando vivía en Lautaro, salía a caminar en la tarde con alguna amiga, llegaba a mi casa tomaba una ducha, tomaba once, me arreglaba y salía, ¡qué buenos momentos eran esos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario